Obligado es iniciar esta ruta por el Santuario de Chilla, centro de la espiritualidad del sur de Gredos, y cuyo origen se remonta a los celtas. En sus celebraciones se mantienen ritos de los romanos y sobre restos visigodos se produce la aparición de la Virgen de Chilla a un pastor, cuando esta zona del sur de Gredos comienza su poblamiento medieval. A la Virgen de Chilla se la atribuyen numerosos milagros y hechos curiosos, estando declarada su romería de Interés Turístico Nacional.
Al descender hacia Candeleda, hablaremos de las ermitas de San Miguel y San Bernardo, -ésta de origen celta- a donde llegaban los candeledanos en romerías obligatorias en el Siglo XVI. Una vez en el pueblo, nos acercaremos a la Ermita de San Blas, antiguo humilladero al que acudían los ganaderos de la Mesta antes de subir al puerto de Candeleda; se benefició de diversas ampliaciones y guardó los restos de San Bernardo. En la misma cañada está instalado el rollo jurisdiccional, símbolo del poder municipal tras la concesión de la carta de villazgo a Candeleda en 1393. Este conjunto está situado en el descansadero de la Cañada de la Mesta, donde podremos conocer la importancia que tuvo la ganadería para la creación y pujanza de Candeleda.
Tras un paseo por el caso viejo de Candeleda, entraremos en la Iglesia Parroquial de la Nª Sª de la Asunción, edificio de arcaismo gótico del siglo XIII, en donde se reunía el concejo “a campana tañida”. Cuenta con un retablo principal de 1570, rejería semigótica y un excepcional retablo de cerámica de Talavera de 4,35 por 2,85 m. obra de Juan Fernández quien, a partir de esta obra, continuaría sus trabajos en El Escorial. Cuenta con otras cerámicas y un artesonado mudéjar.
Entre santuario y ermita haremos un descanso para comer algunos de los tradicionales productos de la zona y sus peculiares guisos: migas, patatas revolconas, sopas de cachuela, caldereta de cabrito, magro con pimientos…